Un cambio de paradigma: Miguel Gómez reemplazará a Ricardo Gaitan

La llegada del ex jefe de la Policía de Chubut a la Secretaría de Seguridad de Comodoro Rivadavia no es una designación más. Es un golpe de timón. El intendente Othar Macharashvili decidió cortar por lo sano en un área que, más allá de los discursos y las fotos, venía acumulando serias señales de agotamiento, internas sin control y estructuras que se transformaron —a la vista de todos— en verdaderos reinos autónomos.

Gómez no es un político. Es un comisario mayor retirado, exjefe de la Policía del Chubut, con más de 20 años de servicio en las fuerzas de seguridad. Su currículum no necesita maquillaje: fue jefe del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP), lideró áreas de drogas, operaciones y unidades regionales clave como Trelew, Rawson y Comodoro. Terminó su carrera como máxima autoridad de la fuerza provincial y llega a Comodoro no para negociar, sino para conducir.

El área que deja Ricardo Gaitán —y esto es clave— no sólo contenía las funciones tradicionales de seguridad urbana. También tenía bajo su órbita algunas de las oficinas más sensibles del municipio: Habilitaciones, Bromatología, Abasto y Veterinaria. Todas, sin excepción, envueltas en polémicas, denuncias cruzadas, operativos sospechosos, demoras inexplicables y, en muchos casos, directamente convertidas en cajas de recaudación paralela.

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Cualquiera que haya intentado habilitar un comercio, destrabar un expediente o sortear una inspección sabe de qué se habla.

Durante años, esas áreas se manejaron como feudos, con más peso los vínculos personales que las normativas vigentes. Hoy, esa estructura está al borde del colapso. Y en ese escenario desembarca Gómez, con una tarea titánica: sanear, ordenar y profesionalizar.

La frase que se escucha es clara: “Por un par de empleados corrompidos no se puede meter a todos en la misma bolsa.”

Pero también hay conciencia de que el sistema, tal como estaba funcionando, era insostenible. El objetivo es simple en el papel y complejo en la práctica: cortar con los negocios paralelos, terminar con las roscas internas y devolverle al Estado el control de funciones que nunca debió haber delegado de facto.

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Para Macharashvili, esta es una jugada de fondo. No solo reemplaza a un secretario: redefine el perfil de una de las áreas más calientes de la gestión. En lugar de política, técnica. En lugar de manejo discrecional, control profesional. En lugar de operadores, conducción.

Ricardo Gaitán deja atrás un largo recorrido, con protagonismo político y presencia constante. Pero su secretaría terminó siendo un problema más que una solución. Ahora, con la llegada de Gómez, el mensaje es otro: basta de zonas grises.

¿Podrá el nuevo secretario enfrentar lo que viene sin quedar atrapado en las lógicas heredadas? ¿Tendrá el respaldo político para avanzar contra estructuras enquistadas?

Por lo pronto, su sola presencia ya incomodará a más de uno. Y eso, en un área como Seguridad, puede ser el mejor síntoma de que el cambio arrancó.