La tensión entre el fundador del PRO, el Presidente y la ministra de Seguridad se intensifica, con posibles repercusiones en la vigilia del 9 de julio. Qué revela Macri en privado y cómo reacciona el Gobierno ante la situación.
“Hay que correr al gobierno por derecha”, tiró Mauricio Macri. Lo escuchaban, en la tarde del lunes, en sus oficinas de la avenida Libertador, muy cerca de la quinta de Olivos, una decena de dirigentes jóvenes de La Generación, una agrupación del PRO, encabezados por el diputado Martín Yeza. “Iban a cerrar el INADI y no lo hicieron, también el Ministerio de las Mujeres y lo pasaron a Justicia. Hay que ser creativos y correrlos por derecha”, siguió el ex presidente.
A ninguno de los presentes le sorprendió la contundencia de sus definiciones sobre el rumbo del Gobierno. Todos sabían que era cuestión de tiempo. Macri se había cansado de repetir en privado, más allá de su apoyo macro, que la sanción de la Ley Bases y el paquete fiscal marcarían un hito bisagra para su posicionamiento público. Estaba ansioso por hablar. Por diferenciarse. Y esperó a que la Cámara baja terminara de aprobar el primer paquete de leyes enviado por Javier Milei, un semestre después de su desembarco en la Presidencia, para ejecutar en 72 horas un operativo separatista que empezó el martes con la difusión de un crítico informe de la Fundación Pensar sobre la gestión libertaria, siguió al día siguiente con el pedido para que el Presidente acate el fallo de la Corte Suprema que le ordena al gobierno la restitución de los fondos por coparticipación recortados en septiembre del 2020 por el kirchnerismo, y terminó este jueves con la imposición de Yeza -de su riñón- como titular de la asamblea del PRO, el órgano partidario que define, entre otras cuestiones, la política de alianzas del partido que ahora preside en los papeles.
“El PRO no se fusionará con otros partidos”, informó oficialmente el partido desde sus redes un rato después de la explosiva reunión partidaria -incluyó gritos y una retirada masiva de los asambleístas que reportan a la ministra de Seguridad, furiosos por la decisión de Macri de incumplir el acuerdo que incluía a Patricia Bullrich como cabeza de la asamblea como parte del trato que derivó en el ex mandatario como jefe partidario- en un hotel del Abasto que marcó el quiebre definitivo entre el ex mandatario y la ministra de Seguridad. La funcionaria finalmente decidió no participar, pero merodeó la zona y supervisó el minuto a minuto desde un bar cercano, desde el que finalmente avaló la fundación de una línea interna a través de la cual pretende amalgamar al sector del PRO que ella representa con el gobierno.
El domingo, en una entrevista con TN, el propio Milei había resaltado la posibilidad de fusionarse con el PRO en las elecciones del próximo año: “Si hoy fuéramos a las elecciones, fusionados sacaríamos el 57% de los votos”, dijo.
Por sus últimos movimientos, Macri tiene en mente otros planes: pretende revitalizar un partido que en estos meses fue fagocitado por el proyecto libertario y que apenas pudo sobrevivir a la irrupción libertaria. Para buena parte de la dirigencia PRO, ya es demasiado tarde. También para Milei y sus cerebros políticos. Por algo la influyente secretaria General de la Presidencia apura la ingeniería legal del partido a nivel nacional: este sábado, por ejemplo, tiene previsto desembarcar en Morón, en el corazón del Gran Buenos Aires.
La ruptura entre Bullrich y el ex jefe de Estado, que empezó a materializarse después del balotaje del 2023 cuando la ex candidata aceptó la invitación de Milei y se sumó al gabinete, no paró de escalar. Antes de la ruptura de ayer, la funcionaria atizó el fuego al echar, y denunciar en la Oficina Anticorrupción, a Vicente Ventura Barreiro, su ex secretario de Seguridad, investigado ahora por interferir presuntamente en un proceso licitatorio. Ventura Barreiro reporta a Cristian Ritondo, que lideró la avanzada macrista sobre el PRO bonaerense en desmedro del bullrichismo. La guerra interna interna entre ambas facciones, la macrista y la bullrichista, se intensificó en estas horas, y amenaza ahora con dañar seriamente la alianza estratégica que La libertad Avanza y el PRO mantienen desde el inicio de la gestión, con un anclaje central en el Congreso.
Cuando la pelea recrudece, las segundas y terceras líneas exacerban sus posiciones. Y puede tornarse en una disputa imparable.
Macri siempre entendió que ese acuerdo implícito con Milei era una consecuencia natural del resultado electoral y su decisión de apoyar, casi obligadamente, al presidente de cara al balotaje tras la derrota de Bullrich en las elecciones generales de octubre, el año pasado. Para eso prestó su casa de Acassuso.
El Presidente usufructuó esa alianza para llegar a la Casa Rosada, pero sus estrategas, en particular el consultor Santiago Caputo, intentaron por todos los medios que la gestión no se contaminara de amarillo. Al asesor le adjudican una frase que, durante el armado del gabinete, habría pronunciado en las oficinas de campaña de la avenida Libertador y 9 de Julio: “Esto no es el PRO”, le habría recordado a Bullrich mientras la ex candidata presidencial tiraba algunas ideas sobre la mesa.
En el macrismo están convencidos de que, a pesar de las reflexiones públicas de Milei, el presidente también comulga con esa idea. Y que es una de las razones, tal vez la principal, por la que “el triángulo de hierro” que administra las decisiones de gestión, integrado por el jefe de Estado, su hermana Karina y Caputo, no absorbió ninguno de los consejos de Macri en este primer semestre.
“Anota, anota, y después no pasa nada”, se sinceró el ex presidente en los últimos días.
Milei, Macri y Bullrich pueden reencontrarse en la noche del próximo lunes, en vísperas del 9 de julio, para la firma del demorado Pacto de Mayo en Tucumán. Cerca de Macri confirmaron que analiza ser de la partida tras su vuelta de España. La última vez que los tres coincidieron públicamente fue a fines de abril, en la cena de la fundación Libertad, y la puesta en escena fue por demás incómoda. Sirvió para romper el hielo, pero sumó más tensión. Nada hace prever que el reencuentro del lunes sea distinto. Por el contrario, por los sucesos de estas últimas 72 horas puede ser aún peor.
Tras su posteo en las redes de este miércoles en su reclamo por la coparticipación porteña -la Corte falló en diciembre del 2022 a favor de la cautelar presentada por la Ciudad en septiembre del 2020-, anticipado por este medio diez días antes, una estrategia consensuada con su primo Jorge -el jefe de Gobierno porteño nunca logró hacer oír su reclamo-, Macri viajó al exterior. Desde Europa, supervisó que Yeza fuera este jueves designado presidente de la asamblea del PRO. Prevé regresar antes del lunes, y ahí terminar de decidir si viaja a Tucumán para participar del acto oficial ideado por Presidencia, según confirmaron en su entorno. Sería, en ese caso, el único ex presidente en dar el presente. Es lo que también lo hace dudar.
CABA presenta, en principio, la principal incógnita de cara a las elecciones del 2025: debe renovar las tres bancas del Senado. ¿Se presenta Bullrich? En ese caso: ¿Tendrá que postularse Macri?
En paralelo a su reclamo por coparticipación, el ex presidente también avaló que, a partir de las próximas semanas Pensar, el think tank partidario presidido por María Eugenia Vidal que el martes publicó su primer informe con críticas al primer semestre de gobierno, empiece a ventilar documentos temáticos sobre las distintas áreas de gestión. A juzgar por la opinión del macrismo sobre la administración de los ministerios, se espera en ese sentido que sean aún más críticos que el oficializaron esta semana.
Más allá de la ruptura entre Macri y Bullrich, el ex presidente y Milei mantuvieron un canal de diálogo en estos meses, algo más espaciado en los últimos tiempos. El jefe de Estado, de hecho, habilitó a su entorno a que recibiera los pedidos de su antecesor, un rol que recayó principalmente en el estratega Caputo. Al menos una vez visitó al presidente del PRO en su casa de Acassuso, a principios de abril: cuando salía de la reunión se encontró en la antesala con Waldo Wolff. Macri tuvo, además, un encuentro en Olivos con Karina Milei y con Nicolás Posse bastante antes de que fuera eyectado de la Jefatura de Gabinete que no tuvo ningún resultado.
A Macri lo fastidia no influir como él quisiera. En Casa Rosada conocen esa molestia. Pero no están dispuestos a dar un golpe de timón, a sabiendas incluso de que, como buen calabrés, y a pesar de su respaldo al rumbo general del gobierno -en especial, al ordenamiento de las variables macroeconómicas- el ex jefe de Estado es capaz de avanzar en las jugadas más audaces.
Aún así, no habrá una respuesta pública. Prefieren tomar distancia de la interna del PRO. Atribuyen el enojo de Macri a “un interés por los cargos”.
En las horas previas a la asamblea del PRO, un encuentro protocolar que de no ser por la durísima interna entre Bullrich y el ex presidente no debería tener mayor trascendencia, la ministra analizó con su entorno los pasos a seguir. Es decir, hasta dónde escalar en su disputa con Macri y las consecuencias que esa disputa puede tener puertas adentro, en especial en el Parlamento.
En los hechos, hace meses que Bullrich siente al PRO como un partido ajeno, y que propicia una fusión con LLA. Se siente mucho más afín a La Libertad Avanza que al partido que fundó y preside Macri. Está liberada. Ideológicamente libre. Fanatizada con Milei, tanto como Luis Caputo, que sorprende a diarios a sus amigos por cómo se mimetizó con el presidente. “Acá no hay marcha atrás, como en el gobierno de Cambiemos”, aseguró más de una vez en privado. “Sin medias tintas”, escribió ayer en sus redes antes de la reunión en el Abasto.
La ministra está convencida que el PRO es, desde hace rato, una cáscara vacía, y que el ex presidente ya no tracciona como antes. En Casa Rosada piensan lo mismo.
Macri, por el contrario, todavía cree que puede recuperar a buena parte del electorado del PRO que en el balotaje de noviembre del 2023 se inclinó por Milei pero que no coincide con su estilo de gestión cotidiana. Eso explica sus últimos movimientos públicos. Cerca del ex presidente resaltaron en estas horas que, además, percibió un cambio en el círculo rojo. Una creciente incertidumbre. Motivada, en buena medida, por la reacción negativa de los mercados tras la aprobación de la ley de bases, azuzada por la conferencia de prensa que “Toto” Caputo y Santiago Bausili encabezaron el pasado viernes. En el entorno de Macri subrayaron, además, que incluso hubo un empresario de primerísima línea que fue a visitarlo para pedirle que se involucrara de lleno en la administración. Es, justamente, lo que Milei y sus principales asesores evitaron todo este tiempo.
La única excepción de estos meses fue Sandra Pettovello que, curiosamente, contactó a Macri por intermedio, según las fuentes, de un periodista amigo para avisarle que preveía cambios en la gestión. La ministra de Capital Humano fue criticada por la oposición, pero también puertas adentro, por la ineficacia de su administración. Un sector del “triángulo de hierro” la mira con recelo. En los próximos días se sumaría oficialmente Lucas Fernández Aparicio, un dirigente del PRO cercano a Guillermo Dietrich, del riñón de Macri.
Según trascendió, llegaría a ese lugar por insistencia de un empresario nexo entre la ministra y el ex ministro de Transporte. Una persistencia que, a pesar de los reclamos, Macri nunca logró hacer realidad.