Durante el juicio oral quedó expuesto el calvario al que fue sometido el nene de sólo 5 años. El jueves se conocerá el veredicto.
El próximo jueves 2 de febrero, a las 12 del mediodía, el país estará atento a lo que suceda en La Pampa. En los tribunales de Santa Rosa, los jueces Alejandra Ongaro, Andrés Olié y Daniel Sáez Zamora darán a conocer el veredicto con respecto al asesinato de Lucio Dupuy.
Su madre, Magdalena Espósito, y la novia, Abigaíl Páez, son las principales acusadas y enfrentan la posibilidad de una prisión perpetua. Las pruebas las comprometen y las chances de que sean condenadas son sumamente altas: las imágenes de la cámara de seguridad de una vecina, los chats, la hora de la muerte y la acusación por “crimen de odio” de la querella, son clave.
La autopsia
La más importante, quizás, de las pruebas presentadas en el juicio fue la autopsia. Estuvo expuesta por Juan Carlos Toulouse, el médico que realizó el estudio del cuerpo de Lucio, en la cuarta audiencia del debate oral.
Ante los magistrados, Toulouse reafirmó que el niño falleció a causa de una “feroz golpiza” y que presentaba “lesiones en varias partes del cuerpo”, según informaron fuentes judiciales.
Aseguró que había sido víctima de abusos sexuales “recientes y de vieja data”, al mismo tiempo que presentaba “un fuerte golpe que le afectaba la cadera, el glúteo y la pierna, con una data de 7 a 8 días”.
“Hubo una agresión puntual que le provocó la muerte”, según la autopsia. Al igual que Fernando Baéz Sosa, Lucio tenía la suela de una zapatilla marcada en la espalda. Gracias a una pericia scopométrica, se determinó que el calzado le pertenecía a Abigaíl Páez, la novia de la madre.
El abuso sexual
Uno de los puntos más aberrantes expuestos en el juicio, tuvo que ver con el abuso sexual. El cuerpo de Lucio evidenciaba, según los especialistas, “signos compatibles con abuso sexual”. Pero no fue lo único.
En el allanamiento realizado a la casa de las imputadas, los investigadores se llevaron una serie de juguetes sexuales. Los estudios de ADN posteriores sobre esos elementos arrojaron que contenían rastros genéticos de la madre del nene, de su novia y también de Lucio.
Los mensajes de WhatsApp
Las conversaciones que tuvieron las imputadas a través de WhatsApp los meses previos al asesinato se convirtieron en una prueba esencial. Allí relataban los castigos que le propinaban al nene.
“Qué no se te vaya la mano que nos vamos a mandar una cagada”, fue uno de los mensajes que le mando la mamá de Lucio a su novia. “Estoy harta. Yo tengo que estar todo el día con este pendejo”, fue la respuesta.
Ante un episodio en el que Lucio vomitó, las imputadas hablaron entre ellas. “¿Cómo le pegaste? Ya van dos veces que vomita”. Luego de eso, la novia de la madre escribió: “No lo quiero ni ver; me amarga la vida”.
Los dibujos
Algunos días después del asesinato, la fiscalía de instrucción secuestró los dibujos que el nene había realizado en el colegio y los hizo analizar por especialistas. Las conclusiones fueron contundentes.
Una de las psicólogas, Lorena Roggero, dijo en el juicio que, mediante los dibujos, Lucio “gritaba su dolor”.
La psicóloga explicó que las personas dibujadas, no tenían ojos y que eso tenía que ver con la necesidad de Lucio de “no ver” la violencia familiar que sufría en su casa.
En el mismo sentido, los dibujos de Lucio, en su mayoría, no tenía parte inferior del cuerpo. Estaban dibujados hasta la cintura. Eso, según la especialista, en un signo claro del abuso sexual que sufría.
Las mentiras
Magdalena Espósito Valenti y Abigaíl Páez decidieron declarar en el juicio oral. Según cree la fiscalía, en base a las pruebas expuestas, mintieron alevosamente.
El 26 de noviembre por la noche, cuando Lucio Dupuy ya estaba muerto y era llevado por Abigaíl Páez al hospital, la mujer se cruzó con un hombre que intentó ayudarla. Era un vecino de la zona que intentó hacerle RCP al nene.
En esa oportunidad, el hombre le preguntó qué había pasado y la novia de la madre le respondió que habían “entrado ladrones” y que le “habían pegado” al chiquito.
Cuando tuvieron oportunidad de declarar en el debate oral, intentaron aclarar esa situación. “Yo nunca dije eso de manera oficial. Se lo dije al hombre que nos ayudó por vergüenza, para no contarle lo que había pasado”, señaló.
Además, entre las dos mujeres relataron cómo fue aquel día y aseguraron que fue una jornada “normal”. También señalaron que a las 19:40, Abigaíl llevó a Magdalena a su trabajo y ambas dejaron sólo a Lucio. “Lo despedí y él todavía estaba con vida”, declaró la madre.
Luego Abigaíl relató que volvió y le dio “unas pataditas en la cola” por un “moco” que se había “mandado Lucio” y que por eso murió.
Para la justicia, esto es lisa y llanamente mentira. Y esa presunción está apoyada, principalmente en la autopsia.
Los testimonios en el juicio
Fueron más de 100 los testigos que pasaron por la sala de audiencias, entre ellos el papá y los abuelos de Lucio. Algunos relatos llamaron mucho la atención porque desnudaron, aún más, el horror al que estuvo sometido el nene.
Una vecina contó que escuchaba los golpes, que llamó a la policía y nadie hizo nada.
Las madres de los amiguitos de Lucio contaron cómo quedaban asombradas, cada vez que la víctima era invitada a almorzar, por la cantidad de comida que ingería.
Los ingresos al hospital
Lucio Dupuy entró a distintos hospitales una cantidad de veces insólita para un nene de 5 años.
Entre finales del 2020 y su asesinato el 26 de noviembre del 2021, fue atendido decenas de veces. Las causas eran siempre las mismas: golpes y fracturas en su cuerpo.
El 15 de diciembre del 2020 el chiquito fue atendido en el Hospital Evita de Santa Rosa por traumatismos en miembro superior. Tres días después, volvió a ser atendido en el Hospital Molas por fractura de muñeca y mano.
El 22 de enero del 2021, fue atendido en una posta de salud del barrio Río Ateuel, nuevamente por un traumatismo en uno de sus brazos.
El 1 de febrero ingresó otra vez al Hospital Evita de Santa Rosa por traumatismos en el cuerpo. El 23 de marzo, volvió a entrar al Evita, esta vez por deformidad en un dedo a raíz de una fractura ósea.
Las fechas marcan la asiduidad con la que lo llevaban su madre y la novia de ella. Insólitamente, ningún médico sospechó nada.
Todos estos elementos, y más, son los que por estas horas analizan los jueces que deberán dictar sentencia el 2 de febrero a las 12 del mediodía.