El triunfo de Javier Milei provocó distintas sensaciones en la población Argentina y el día después hizo que los mercados sucumbieran. Te compartimos la opinión de un vecino comodorense que espera las generales de octubre con muchísima preocupación.
- ¿Cuántas personas mueren en Argentina por año? Más de 350.000. Por la ley Justina, son todos potenciales donantes. Entonces, la pregunta es, hay 7500 personas que están sufriendo, esperando los trasplantes. Hay algo que no está funcionando bien. Lo que uno está proponiendo es, revisemos el mecanismo, busquemos un mecanismo de mercado para resolver este problema.
Prestemos atención tan solo unos segundos y analicemos lo que acabamos de leer. Observen la parte en donde la persona que habla dice “busquemos un mecanismo de mercado para resolver este problema”. ¿A vos, que estás leyendo esto, no te parece una locura pensar en vender órganos? A mí sí, ¿y a vos? ¿a vos qué te parece? ¿sabés quién fue el que dijo esto? Fue Javier Milei, el gran ganador de las PASO. Se lo dijo a dos periodistas en un programa de televisión. Ahí tenés otro agravante más. El tipo lo dijo a viva voz en la televisión. Andá a saber cuántas personas vieron eso. Si tenés dos dedos de frente (dos, eh, no te pido más que dos), lo escuchás hablar y apagás el televisor, o cambiás de canal. Es curioso, porque a pesar de que este señor dice barbaridad tras barbaridad, goza de un peligroso nivel de aceptación en la sociedad. Venta de órganos, privatización total de la salud, libre tenencia y portación de armas, y así la cosa sigue. Esas son las propuestas de campaña de un hombre que, el pasado domingo, dio un gran primer paso de cara a las elecciones de octubre, y tiene serias chances de convertirse en el próximo presidente de todos los argentinos.
Este escrito no forma parte de una campaña del miedo. No, no señor. No hay que incentivar el miedo en la sociedad, porque es peor para los que ya lo tienen. Me gustaría, sí, que lean esto con ojo criterioso y juicioso, que intenten dimensionar todo lo que puede pasar en Argentina si este tipo es electo presidente. Me parece que tenemos que reaccionar como sociedad, porque no estamos siendo conscientes de lo que se puede venir si votamos a este señor. Hoy me siento igual que Lali Espósito, necesariamente, tengo que salir a la calle y reproducir el primer mensaje que ella escribió en Twitter: “qué peligroso. Qué triste”.
Yo todavía no doy crédito a lo que pasó el domingo 13 de agosto. Ese día, me acosté pasadas la una de la madrugada, estaba mirando televisión y me levantaba a cada rato para actualizar la página con los resultados provisorios de las elecciones. Realmente no podía creer lo que veía en pantalla. Me fui a dormir muy consternado, y me costó cerca de dos horas poder conciliar el sueño. El miedo me invadió como no tienen idea.
“Nunca gobernó, así que no sabés cómo puede ser un gobierno de él”. “El dólar está cerca de los 800 pesos, amigo, estamos muy mal, necesitamos un cambio”. “¿Cómo va a progresar el país, si están los mismos de siempre?”.

Todas estas, son frases que venimos escuchando muy seguido en nuestro día a día. Quiero analizar solamente la primera. Es verdad que Milei nunca gobernó, sí, es verdad. Que no sabemos cómo sería un gobierno de él, es una verdad a medias. Conocemos varias de sus propuestas, conocemos lo que pretende llevar a la práctica si es electo presidente.
Por fortuna, y gracias a que vivimos en un sistema democrático, sabemos que algunas de las ideas que tiene, no van a ser tan fáciles de implementar. Si es electo como presidente, esas dificultades que va a tener para materializar algunas de las locuras que propone, van a ser el Congreso, los sindicatos y la sociedad misma, que se le va a poner en contra.
Y, bueno, ¿qué me pasa a mí entonces con la frase que introdujo este párrafo? Me pasa que, directamente, no quiero ni siquiera hacer el intento de vivir en una Argentina gobernada por este desquiciado mental. No quiero, no intenten convencerme. Nada de lo que dice Milei o su club de fans tiene sentido, todo es completamente descabellado, sin pies ni cabeza.
El hombre del momento, esta especie de “rockstar” que nació a raíz del fracaso de la clase política argentina, en los últimos días subió la apuesta y avisó que, si llega a la presidencia, va a privatizar el CONICET. El tipo quiere privatizar el corazón del desarrollo de la ciencia argentina. Me tengo que reír para evitar el llanto, ¿no? Lógicamente, salieron a responderle desde todos lados. Miren si no habrá calado hondo en la sociedad esto, que hasta una diputada macrista salió a decir que la idea era “pésima”.

El diario Perfil publicó una nota en donde le recordó a Milei algunos de los logros recientes del CONICET, entre ellos, una base de datos pública más efectiva que las existentes para evaluar modelos aplicados para predecir la respuesta del sistema inmune frente a blancos antitumorales, algo que claramente es un avance fundamental en el camino de la cura del cáncer.
¿Realmente hace falta que yo gaste energía y justifique por qué no se puede ni se debe privatizar el CONICET? Acuérdense de lo que les pedí al principio: dos dedos de frente. Si los tienen, está claro que no es necesario que yo siga escribiendo. En el caso de que no los tengan, les pido que investiguen un poco, por lo menos un poco, sobre la historia del CONICET. Si no quieren investigar, entonces vayan a votar a Milei en octubre, péguense un tiro en el pie.
¿Saben lo que opina Javier Milei sobre el calentamiento global? Piensa que es “otra de las mentiras del socialismo”. Así como leen, una mentira del socialismo. ¿Saben qué piensa la candidata a vicepresidenta de Milei sobre la libre portación de armas? Ella dice que, la idea que tienen en La Libertad Avanza, es que “el ciudadano de bien se pueda defender”. Me parece que todos, o por lo menos la gran mayoría, estamos de acuerdo en que es necesario más seguridad en las calles de nuestro país.
Pero, ¿es realmente la solución la libre portación de armas? Tenencia y portación son dos cosas bien distintas. Tenencia significa que podemos tener un arma, portación significa que podemos salir a la calle con el arma en la cintura. Yo me pregunto, Milei y Villarruel, ¿leen los medios de comunicación? ¿leen las noticias sobre lo que pasa en Estados Unidos? ¿pasan por alto las masacres que hubieron en escuelas de Estados Unidos? ¿leen las noticias sobre los homicidios en masa que hubieron -y siguen habiendo- en supermercados de ese país? Pensemos tan solo por un instante en cómo nos sentiríamos nosotros, que vivimos en un país con altos niveles de inseguridad, si mañana un desquiciado entra a un supermercado y mata a cinco, diez, veinte personas. Yo creo que el resultado sería catastrófico.
Pasemos ahora a la educación (todavía falta que hablemos de la salud, pero voy a ver después si hablamos de ese tema, porque, sinceramente, me amarga tanto, que quizá no me queden ganas de escribir). Milei plantea un sistema de “vouchers”, en donde el Estado cargaría un saldo en una tarjeta, y la persona canjearía ese voucher para poder estudiar. Hace unos días, una persona me hizo una pregunta que necesariamente invitaba a la reflexión.
“Vos sabías que Milei quiere fusionar los ministerios de Desarrollo Social, Educación y Salud en uno que se llamaría ‘Capital Humano’?”. Le conteste que sí. Esa persona me preguntó a qué me sonaba a mí la palabra capital. Después de pensar por unos minutos, le dije que la palabra capital, a mí me sonaba a varias cosas. Capital pueden ser tus ahorros, capital puede ser tu empresa. Capital pueden ser las reservas del Banco Central. Capital es muchas cosas. Entonces, me planteó lo siguiente: al hablar de capital en educación, estamos planteando una mercantilización de la prestación que, hasta el momento (y por fortuna) es una responsabilidad del Estado argentino. Entonces, ¿en dónde queda la parte humana dentro de toda esta maraña mercantilista?

Me decidí. Vamos a hablar de la salud. Milei pretende arancelar la salud al cien por cien. Al hacer esto, estaría dejando de lado a las miles de personas que no pueden pagar salud privada. Pero, claro, ¿a quién le importa eso? Total, a él solo le importan los que sí podrían pagar. Lo que más triste me pone, es que hubo una gran parte del pueblo argentino que lo votó y que, al parecer, está de acuerdo con planteos de este tipo. Si este señor gana la presidencia y la salud efectivamente se privatiza, cuando vayas a pedir los medicamentos que hoy te dan gratis al hospital, te van a decir que los tenés que pagar, y creeme, no te va a salir dos mangos. Si la salud se privatiza, miles de jubilados en todo el país se van a quedar sin acceso a sus medicaciones. Si la salud se privatiza, una consulta con un médico por estar engripado se va a convertir en un problema muy serio para todos. Pero, tranqui, muchachos y muchachas, en octubre vayan y voten a Milei. Tranquilos, que nada puede salir mal si toman esa decisión.
Algunos incoherentes, ya están especulando con lo que puede pasar si gana. Ya se imaginan el caos social en Capital Federal y la policía saliendo a reprimir a miles de manifestantes.
Se imaginan, incluso, a la Gendarmería Nacional reprimiendo a cientos y cientos de “zurditos”.
Hoy Argentina es un campo de batalla. Y esa batalla la tenemos que ganar los demócratas, los que defendemos los derechos adquiridos y conquistados a base de esfuerzo, a base de sacrificio, y en algunos casos, a base de sangre derramada en las calles.
Si defender nuestro sistema de salud pública y gratuita es ser “un zurdito”, entonces, sí, lo soy. Si defender la educación pública es ser zurdo, entonces lo soy. Si estar en contra de la libre portación de armas es ser zurdo, entonces lo soy. Si estar en contra de la venta de órganos es ser zurdo, entonces lo soy. Si estar en contra de este violento, anti derechos, fascista, demente y desquiciado, es ser zurdo, entonces, sí, soy el más zurdo de los zurdos.
Por A.S.M