La estructura fue encontrada por el grupo de investigación Eslabón Perdido, comandado por el especialista en el nazismo en la Argentina Abel Basti.
Un grupo de investigación especializado en la búsqueda de submarinos en las profundidades de las aguas argentinas asegura que en el transcurso del 2022 fue hallado un submarino que pudo pertenecer a las altas jerarquías del nazismo a pocos kilómetros de la costa de la ciudad balnearia de Quequén.
El equipo de investigación denominado Eslabón Perdido y comandado por Abel Basti, periodista e investigador especializado en la presunta llegada de Adolf Hitler a la Argentina, llevó a cabo una búsqueda de casi un año y en el mes de marzo denunció ante la Prefectura Naval Argentina el hallazgo de restos de lo que podría ser una embarcación, a casi 30 metros de profundidad en el Mar Argentino.
“En el año 2021 conformé un grupo de investigación al que puse el nombre de Eslabón Perdido, con el fin de buscar los submarinos de Hitler que arribaron a la Argentina en 1945, cuando estaba terminando la Segunda Guerra Mundial”, afirmó Basti en un video publicado en su canal de Youtube, donde brinda detalles de la investigación.
Basti afirmó que el último 9 de marzo realizó junto a su equipo la denuncia ante Prefectura y que el Servicio de Hidrografía Naval reconoció que el casco hallado no estaba registrado. Por ende, se procedió a incorporarlo en las Cartas Náuticas.
Según el propio Basti, la embarcación encontrada se hallaba a unos 28 metros de profundidad y a unos 4 kilómetros de la costa, entre las layas de Costa Bonita y Arenas Verdes.
Asimismo, fuentes autorizadas le confirmaron a Infobae que la Prefectura Naval Argentina corroboró el hallazgo de la estructura e inició su propia investigación para intentar determinar el origen y el tipo de estructura encontrada.
El objeto hallado se encontraba en la posición de coordenadas Lat. 38° 35.840 S – Long. 058° 35846´ W y, de acuerdo a los primeros análisis, se trataba de restos navales que no corresponderían a ningún naufragio conocido o declarado formalmente.
De acuerdo a la Ley 25.743 Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, el hallazgo fue puesto en conocimiento del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación (INAPL) y del Centro de Registro del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de la Provincia de Buenos Aires (CREPAP).
Así, para la constatación e investigación de la estructura hallada, la Prefectura montó un operativo en el lugar, donde también participaron su guardacostas del Servicio de Salvamento, Incendio y Protección Ambiental SB-15 Tango, tripulado por buzos y dotado de tecnología apropiada para este tipo de búsquedas.
Para la investigación se usó un ROV (Vehículo operado en forma remota) e inmersiones de al menos 12 buzos de profundidad. Allí se confirmó el hallazgo del naufragio, ubicado a una profundidad que oscilaba entre los 25 y los 30 metros y disperso en una zona que contemplaba 80 metros de largo y unos 10 metros de ancho.
Una vez detectada la estructura, comenzaron a aparecer las discrepancias entre el análisis de los especialistas que respondían a la propia Prefectura y los especialistas consultados por los miembros del grupo Eslabón Perdido.
Según le confirmaron fuentes autorizadas a Infobae, debido a que los restos presentaban un alto grado de deterioro, incrustaciones, enterramiento y acumulación de sedimentos y a las características del lugar, que generaban escasa visibilidad por la presencia de materia inorgánica en suspensión en constante movimiento por la acción de corrientes y el oleaje, la Prefectura Naval no pudo detectar otros indicios que permitan determinar tipo ni origen de los restos náufragos del navío.
La entidad naval derivó parte del análisis a base a peritos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL). A raíz de un estudio sobre el material audiovisual recogido por el ROV, el INAPL elaboró un informe técnico y concluyó que los restos corresponden a un conjunto de estructuras y objetos metálicos, principalmente ferrosos y posiblemente asociados a algún tipo de plataforma flotante o embarcación de uso portuario. Sus características y estado de conservación permitieron estimar su período de construcción y uso en la segunda mitad del siglo XX.
Por su lado, el equipo Eslabón Perdido también obtuvo acceso al material audiovisual recogido por el ROV, el cual fue elevado a los ingenieros navales Juan Martín Canevaro y Andés Cuidet. Según el grupo de investigación, los especialistas confirmaron que se trataba de un submarino debido al hallazgo del periscopio de ataque de la embarcación.
Eslabón Perdido también solicitó ayuda a la Liga Naval Italiana, especializada en el hallazgo de submarinos de la Segunda Guerra Mundial.
“El Perito Fabio Bisciotti ratificó los registros de un periscopio, parte de la torreta y escotillas. Además, identificó la estructura de la cubierta del submarino”, indicó Abel Basti en el video publicado en su canal de Youtube.
Y Basti agregó, para sumar más misterio a la incógnita sobre la embarcación: “La pericia italiana agrega además un dato inquietante: el caso presenta signos de haber sido deliberadamente explotado, posiblemente con la finalidad de borrar evidencias”.
Por el momento, la Prefectura no tiene planificado realizar una nueva investigación sobre la estructura naval hallada, con el fin de determinar si se trata de los restos de un buque o de un submarino nazi.