La fecha conmemorativa se instauró en 1937, cuando los directivos de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA decidieron transformar la disciplina en una carrera profesional.
El Día del Kinesiólogo se celebra el 13 de abril de cada año a nivel mundial: curiosamente, la conmemoración de la jornada cuenta con tintes argentinos. En esa misma fecha, pero de 1937, el consejo directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires (UBA) tomó la determinación de transformar el curso vinculado a la kinesioterapia en una profesión propiamente dicha, con su respectiva escuela.
Día Nacional del Kinesiólogo: los orígenes
Más allá de que la disciplina acabó por volverse más reconocida a mediados del siglo XX, lo cierto es que ya se practicaba a principios del 1900 en nuestro país. Una de las pioneras fue Cecilia Grierson, reconocida como la primera médica nacional y sudamericana de la historia. En aquel momento, ella dictaba las clases en la Facultad de Medicina de la casa de estudios que aún hoy sigue siendo de vanguardia.
Sin embargo, el doctor Octavio Fernández fue el que tomó la iniciativa de impulsar una carrera relacionada al estudio científico del movimiento del cuerpo. El kinesiólogo, por lo general, suele ocuparse de la recuperación y posterior rehabilitación de los pacientes. En todo momento, y en base a los estudios realizados, el profesional utiliza técnicas terapéuticas.
La profesión aborda algunos aspectos de la fisiología, la biomecánica y la psicodinámica. Al mismo tiempo, los expertos en la materia tienen la capacidad de promover, mantener y hasta incluso mejorar la salud desde la prevención y tratamiento de las alteraciones de la salud.
Curiosamente, la kinesiología fue uno de los oficios que estuvieron habilitados durante la fase más estricta de la cuarentena por la pandemia de Covid-19, por los beneficios que conllevaba para los enfermos.
Los médicos, según explicaron, buscaron ayudar desde un abordaje kinésico en medio de la crisis sanitaria: parte de los internados que habían contraído el virus habían tenido que ser internados en terapia intensiva. Por ello, era clave la movilidad precoz de los afectados para evitar alteraciones físicas, psíquicas y neurocognitivas que suelen aparecer luego de la enfermedad crítica.
Con el correr del tiempo, sus aplicaciones se fueron diversificando y en la actualidad podemos hallar diversas ramas: existe la adaptada al deporte -en cuanto al control motor-, a la ortopedia -por la fuerza y el condicionamiento-, la gerontología -dedicada a los ancianos-, la cardiopulmonar -que tiene que ver con la respiración y las funciones de los órganos involucrados- y hasta la dermatofuncional.
Los kinesiólogos pueden ser proveedores de rehabilitación en los hospitales, clínicas y entornos privados que así lo requieran. Por otra parte, también cumplen sus funciones ante personas que hayan estado inmersas en accidentes laborales o de tránsito. Si bien también colaboran con atletas amateurs, su función suele ser más reconocida en cuanto al deporte de élite.
Las formas de aplicar la kinesiología también han ido variando: la reeducación postural global (mejor conocida como RPG), la acupuntura, la masoterapia, la osteopatía, la quiropraxia y el drenaje linfático manual son algunas de las variantes que surgieron en pos de mejorar la calidad de vida de los individuos. Los expertos, para poder ejercer, requieren de un título y de la posesión de una matrícula profesional habilitante.
La fecha constituye, de alguna manera, un reconocimiento a la labor de los profesionales, sus grandes habilidades técnicas y hasta el trato con los individuos a los que les toca atender. Su contribución al bienestar y al desarrollo potencial del paciente es ineludible, así como también a la prevención de alteraciones futuras.