El psiquiatra José Eduardo Abadi comparte cómo es posible encontrar la felicidad a pesar de las circunstancias adversas, ofreciendo herramientas para enfrentar la crisis con optimismo y fortaleza emocional.
“Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso” escribió Jorge Luis Borges en el prólogo de su último libro de poemas Los Conjurados, un año antes de morirse. Probablemente le llevó la vida entera llegar a esa conclusión: darse cuenta de que es posible ser feliz pese a las circunstancias.
El médico psiquiatra, psicoanalista y escritor José Eduardo Abadi, autor de varios títulos, entre ellos: De felicidad también se vive, profundiza en esta temática y se anima a desarrollar el concepto de una felicidad posible que se puede anhelar y alcanzar en contextos adversos de incertidumbre y de crisis. Para ello, el 26 de junio dará una conferencia en el hotel Casa Lucía donde abordará temas como la construcción de relaciones sanas, el aprendizaje a partir de los errores, la superación de obstáculos como el narcisismo, la envidia y la violencia, y la relevancia de la curiosidad, la verdad y los valores para una vida plena. En una entrevista con LA NACION el especialista con una amplia trayectoria dentro la psiquiatría y psicología, adelantó con mucho entusiasmo estos conceptos que lo interpelan.
-¿Cómo define la felicidad?
-La felicidad ante todo, no es un puerto de llegada, sino un tránsito. Tiene varias acepciones: es interés y amor por el prójimo y por el mundo. Es también ser protagonista activo en su búsqueda y evitar ciertos obstáculos clave. Relacionada con Aristóteles, tiene que ver con la noción de armonía, esa coherencia entre lo que se dice, se piensa y se hace. Es algo que debe ser deseado, donde interviene la voluntad.
-¿De qué manera afectan las crisis (económicas, sociales, personales) al bienestar psicológico de las personas?
-Somos seres sociales y por lo tanto el devenir de nuestro entorno económico, social y político nos afecta de un modo directo. La incertidumbre de la cual tanto se habla no es una incógnita filosófica sino una vivencia de amenaza. El sentimiento de soledad, de angustia lleva a un pesimismo que cuando se intensifica conduce a ciertas psicopatologías como la depresión. Por otro lado, cuando el entorno social se encuentra en una situación crítica aparece el miedo y una inhibición que paraliza.
-¿Qué mecanismos psicológicos se activan en momentos de crisis?
-Más allá de la alarma que pone en marcha el mecanismo de defensa ante situaciones críticas como la disolución de algo que estaba estructurado y la incertidumbre, es clave que la persona tenga confianza en sí misma, que pueda buscar la relación con el otro ya que es fundamental sentirse acompañado y que tenga la lucidez que implica mirar con realismo y poder pedir ayuda y aprender.
-¿La felicidad es algo aleatorio, que nos toca en suerte si somos afortunados? ¿O es un estado que nosotros podemos generar de manera proactiva?
-Absolutamente, la felicidad no es casual, no depende del azar ni de la generación espontánea. La felicidad tiene que ver y se mantiene en función de una búsqueda, una exploración hacia aquello que se anhela. Tiene que ver con el optimismo lúcido y no con ilusiones que conducen solamente a la decepción.
-¿Se puede hablar de una “búsqueda” de la felicidad?
-No solamente podemos, sino que debemos buscar la felicidad. Como decía Robert Louis Stevenson, la felicidad no es solo una opción, es un deber. Consiste en disolver prohibiciones que se relacionan con defensas arcaicas y culpas neuróticas que actúan como carceleras, y poner en marcha ese don que tenemos los seres humanos, que es el aprendizaje.
La búsqueda es, sin duda, la clave de los primeros pasos hacia ella. Implica un esfuerzo, no un sacrificio, como muchas veces se confunde. Implica compartir y tener empatía, lo cual es fundamental en las relaciones humanas y sociales. ¿Por qué? Porque la empatía permite identificarse con el otro, ponerse en su lugar sin invadirlo y así poder entenderlo, comprenderlo y acompañarlo. Esto habilita, por otro lado, la compasión, que es otro mecanismo fundamental.
No debemos confundir la relación con la tan actual y famosa conexión, que muchos creen que es lo mismo. No, una cosa es la conexión y otra es la relación, que es un tránsito recíproco entre dos personas o entre un ser y su comunidad.
-¿Qué papel juegan la personalidad y las experiencias pasadas en nuestra capacidad para ser felices durante una crisis?
-Naturalmente, esto depende de lo que hemos recibido en nuestros vínculos principales y primarios, que nos han permitido sentirnos cuidados y queridos, donde el otro ha estado disponible para incluirnos en su mundo. Esto es lo que genera confianza y un sentimiento de seguridad. Y eso, ¿qué permite? Aceptar que la vida incluye, fundamentalmente la capacidad de sostener la adversidad, la frustración, la pérdida y la finitud. Si pensamos que la felicidad es una línea continua de alegría y plenitud, estaríamos siendo muy ingenuos.
La felicidad en su tránsito incluye también la posibilidad de aceptar, sostener y elaborar la adversidad, la pérdida, los fracasos y también la muerte.
-¿Cómo puede la gratitud influir en nuestro bienestar durante una crisis?
-La gratitud es fundamental. Es un afecto clave en las relaciones humanas. Tiene que ver con el reconocimiento, la generosidad y la permeabilidad para permitir ese puente entre uno y otro, que no solo nos hacen más consistentes, sino que también nos permiten mirar horizontes más amplios. Es la presencia del otro y no la indiferencia.
-¿Qué papel juega el apoyo social en la búsqueda de la felicidad durante tiempos difíciles?
-El apoyo social es clave porque los seres humanos tenemos que vivir en comunidad. Nos evita esos sentimientos de soledad existencial; nos brinda contención, que es tan importante porque implica la compañía del otro, el cuidado que podemos brindar y recibir, y la existencia para el otro. Esto también significa hacerle saber al otro que existe para nosotros. Además, el apoyo social implica la presencia de valores y afectos básicos: el cuidado, la ternura y la responsabilidad.
-¿Cómo pueden las relaciones interpersonales influir en nuestro bienestar emocional?
-Los vínculos son fundamentales y básicos para entender la felicidad posible, para afirmar que ésta sí existe. Es la relación con el semejante, el registro y la relación con un otro al que le damos existencia y al cual nos presentamos para acompañarlo. Tiene que ver con amar, es decir, el ejercicio del amor: amar y cuidar que es una de las claves de la relación con el prójimo. Soy porque te reconozco y puedo pedirte ayuda, así como puedo darte ayuda, y eso me hace sentir que formo parte, que tengo pertenencia e identidad. Por otro lado, los vínculos permiten la inspiración, jerarquizar el placer y conjugar un verbo clave en la noción de felicidad posible que es el compartir.
-Los obstáculos fundamentales son el narcisismo, es decir, estar encerrado herméticamente en uno mismo y no incluir al prójimo en nuestra alma o situarnos en la de él. El narcisismo es un aislamiento empobrecedor.
El segundo obstáculo es la envidia. En las sociedades urbanas, esta podría definirse como el deseo de que el otro no tenga lo que a mí me falta. Desde la desvalorización, surge una actitud agresiva que genera defensivamente hipocresías, limitando e inhibiendo la conformación de una comunidad.
Por otro lado, la voracidad no se refiere al apetito o al disfrutar de lo placentero, sino a la necesidad de devorar todo hasta empacharse. Por último, la violencia, en términos generales, no se refiere a disolver lo que está congelado y no sirve, sino a destruir lo que se ha creado.
-¿Cuáles serían sus recomendaciones puntuales para alcanzar esa felicidad posible frente a los particulares desafíos que enfrentamos los argentinos?
-Los argentinos lo que tenemos que buscar, porque todavía está en un lugar muy primario y parcial, es conformar una comunidad. ¿Qué quiere decir conformar una comunidad? Significa tener una pertenencia, estar en una relación el uno con el otro que trasciende simplemente los intereses particulares o privados para estar al servicio de intereses comunes, que nos benefician a todos. La comunidad se basa en un argumento común. Las sociedades que han pasado a la historia, que tienen comunidad y libertad son aquellas que tienen un argumento que las reúne y trasciende. Los argentinos, si no lo logramos, no vamos a poder alcanzar esa felicidad de la que hablamos. Es necesaria la presencia de normas, no prohibiciones que vienen de afuera, sino normas internas que nos hacen decir “esto no lo hago, no porque no puedo, sino porque no quiero”. Las normas tienen que ver con la ley que es suprapersonal, con el cuidado, donde cada uno de este modo se siente protegido por el otro y el semejante no es un sospechoso, sino un aliado.
-Y los proyectos, ¿qué rol juegan?
-Los proyectos son fundamentales; son aquellos que nos reúnen en búsqueda de algo nuevo, en la innovación. Sin embargo, para esto es imprescindible la norma, la ley, el cuidado y la confianza. El proyecto, que según su etimología, significa “lanzarse hacia adelante” (pro-iacta), siempre necesita esa relación profunda entre los individuos que conforman una comunidad, no solo conexión, sino una relación que le da sustento a una sociedad fuerte.