Johanna Laudani fundó Wokka y milita por la liberación de las personas a través de la ropa: “hacemos lo que tendrían que hacer todos”.
Cuando Johanna Laudani creó su marca de ropa en 2016 tenía una idea clara en la cabeza: quería vestir a todos los cuerpos. En seis años pasó de tener dos percheros en el living de su casa a un local de 300 metros cuadrados en Olivos con una propuesta tan normal como extraordinaria: hacer ropa desde el S hasta el XXXXXL.
La emprendedora explicó que “el fin de Wokka era buscar que las personas se sientan ellas mismas a través de la vestimenta. Si no tenés formas de elegir, nunca vas a poder tener la libertad de ser vos misma”, sostuvo en TN.
“A veces nos dicen que supimos aprovechar un nicho, pero nosotros hacemos lo que tendrían que hacer todos”, contó sobre el éxito que encuentra la marca, con más de 90.000 seguidores en las redes. “Nos vienen a buscar de cualquier lugar de la Argentina, hasta desde Uruguay. Hay niños de 8-9 años que vienen a vestirse a nuestro local. Esto habla de la falta de talles que hay en todos lados, es la parte triste”.
Sobre la ley de talles, Laudani dijo esperar que ayude a solucionar el problema, pero se mostró cautelosa. “Me cuesta confiar que se pueda implementar”.
Para ella, hace falta un verdadero cambio cultural: “Es algo que tiene que cambiar desde un lado social, más que esperar que la Justicia y la ley lo solucionen”.
En este sentido, es toda la industria de la moda que tiene que cambiar para que por fin “lo que se vea en las tiendas sea lo mismo que en la calle”.
La emprendedora también recalcó el daño psicológico que genera la falta de talles o las prendas mal etiquetadas, que intensifican los trastornos alimenticios. “Muchas tiendas están llenas de ropa que dicen que es XXL y es para una persona talla L, sin saber realmente el daño que hacen”.
Según una encuesta de la ONG argentina AnyBody, el 63% de los consumidores argentinos suelen tener problemas para encontrar ropa de su talle, y un 55% de los que no pudieron encontrar su talle terminaron cuestionando su cuerpo como consecuencia de eso y un 20% realiza alguna conducta de riesgo para el desarrollo de desórdenes alimentarios, como abstenerse de comer, tener atracones, vomitar, ponerse a dieta u hacer ejercicio excesivo.
“Hay gente que no sale de su casa porque no tiene qué ponerse. Pero es la industria la que está mal, no sus cuerpos”, zanjó Laudani.
“Todas las marcas son responsables en una gran parte de los trastornos de los adolescentes, se sigue mostrando una hegemonía de cuerpos, ojos, cabellos”, sostuvo. “Las prendas mal etiquetadas y mal medidas hacen que las personas se sientan castigadas porque literalmente no entran”.
De los percheros en el living hasta el local
El crecimiento de su marca fue a la vez veloz y orgánico. Laudani comenzó “con 12.000 pesos, dos percheros en el living de su casa los sábados” y gracias al boca a boca, cinco meses después se mudó a un pequeño local de 16 metros cuadrados con un departamento arriba. Como la clientela seguía creciendo, al final Laudani se tuvo que ir del departamento, que ya se había convertido en un depósito.
La pandemia la obligó a dar otro salto, al abrir una tienda virtual. Desde entonces, triplicó las ventas online, aunque lo grueso de su negocio sigue siendo la atención presencial.
“Empecé a armar pedidos a la comunidad, nos encargaban ropa sin saber cuándo lo iban a recibir”, recordó sobre los primeros tiempos del aislamiento social obligatorio, cuando hacía cálculos para ver cuánto tiempo iba a poder pagar a sus empleados. “Armé un formulario de Google y el primer día ya tenía 40 pedidos. Al mes teníamos 150 pedidos pendientes”, contó.
“Cuando se pudo empezar a vender online de manera más libre, ya tuvimos que contratar a más gente para armar los pedidos”, continuó.
¿Su producto estrella? Los jeans, desde la talla 32 al 70. Pero Laudani también cuenta que el ida y vuelta con las clientas a través de las redes es clave en la identidad de la marca. Ella misma está detrás de la mayor parte de la comunicación de Wokka en las redes, y hasta modela para el sitio web. ”Hicimos prendas a pedido. Cuando mandamos a hacer alguna prenda, también la publicamos en historias y nuestros seguidores comentan sobre el artículo. Es un feedback muy valioso”, sostuvo la diseñadora.
Según contó, siempre está pendiente del celular y, pese al crecimiento, trata de mantener una atención personalizada. “Cuando compran online igual nos comunicamos con las clientas para chequear sus medidas”, sostuvo.
“Si Wokka creció tanto es por la gratitud de la gente, de las mujeres que se animaron a ir a mi casa, después a un showroom, a la tienda, a través de las redes”, dijo Laudani que ahora vende unas 2500 prendas por mes, con una facturación que supera los 20 millones de pesos.
La emprendedora, que está por desembarcar en Capital, asegura que se niega a abrir franquicias para preservar la identidad de su marca. “Mucha gente nos sigue en las redes porque les gusta como pensamos. Es un estilo de vida”, sostuvo