El director técnico Gerardo Martino rechazó este jueves la oferta de Boca Juniors para transformarse en el nuevo entrenador en lugar de Hugo Ibarra, quien fue despedido el último martes tras meses de mal funcionamiento del equipo y resultados.
Ahora, Juan Román Riquelme y compañía deben sentarse y pensar con frialdad pero a ritmo acelerado para saber quién se anima a sentarse en ese banco. El Xeneize viene de dos ciclos similares con Sebastián Battaglia e Ibarra; ambos son ídolos del club, asumieron primero de manera interina y luego se quedaron en el cargo, ganaron títulos locales apoyándose en las individualidades y nunca pudieron encontrar un buen funcionamiento para aspirar a lograr la séptima Copa Libertadores, la obsesión de los hinchas. El club no la gana desde el año 2007.
Riquelme quiere un entrenador con experiencia y estaba convencido de que el indicado era el ’Tata’, sin embargo se sorprendió con la negativa (la cuarta de parte del rosarino).
Diego Martínez, entrenador de Tigre, es del gusto de Riquelme y picaría en punta. «Nunca me llamaron. Sí escuché y nos llenó de orgullo eso que se decía. Hubiese sido una situación a analizar», contó el propio Martínez después de estar en la carpeta del Consejo de Fútbol tras la salida de Battaglia. Finalmente, se decidieron por apoyar a Ibarra. Ahora, su nombre vuelva a aparecer.
El objetivo de la dirigencia es conseguir rápido al nuevo entrenador para que esté en el debut en la Copa Libertadores: el jueves visitará a Monagas en Venezuela.
Mientras tanto, Mariano Herrón, quien es el DT de la Reserva, asumió de manera interina y estará en el banco de Boca este sábado ante Barracas, duelo correspondiente a la novena fecha de la Liga Profesional.
Otra alternativa que barajaría el Consejo de Fútbol es la del ’Cacique’ Medina, quien tras una buena experiencia en Talleres de Córdoba tuvo dos malas experiencias en Inter de Brasil y en Vélez, de donde fue echado este mismo año.
Y José Pekerman. A los 73 años el exseleccionador de Venezuela no tendría intenciones de asumir en un equipo que le demande un desgaste mayúsculo por el día a día.
