Fue en la mañana del domingo. Dos sujetos se llevaron la recaudación. El chófer dijo que activó cinco veces el botón antipánico pero nunca llegó el auxilio.
Eran cerca de las 5.30 ha del domingo cuando un taxista circulaba por Avenida Rivadavia, en inmediaciones del Casino Club y dos pasajeros solicitaron que los lleve hasta una dirección del barrio Máximo Abásolo.
Al llegar a la intersección de las calles Balbín y Garcés los sujetos mostraron sus verdaderas intenciones y fue allí que uno de ellos tomó por detrás al trabajador del volante y comenzó a golpearlo mientras el otro delincuente buscaba la recaudación.
El chofer rápidamente activó el botón antipánico, en realidad según el relato del trabajador a EL CRONISTA CR, lo presionó 5 veces pero nunca llegaron a socorrerlo.
Mientras un de los delincuentes huía con la recaudación el otro sujeto fue reducido por el chófer pero fue en ese momento que desde la zona alta de un cerrito del lugar comenzaron a lanzarle piedras hacia el vehículo. El delincuente huyó y fue el propio trabajador que tuvo que acercarse a hacer la denuncia al no llegar nuca la policía.
«Logré reducir a uno de los pibes que no pasaban los 25 años y empezaron a tirarme piedrazos. Escapé como pude y fui derecho a la seccional séptima a radicar la denuncia pero me dijeron que debía hacerla en la seccional sexta» explicó Rodrigo en diálogo con EL CRONISTA CR.
«Llegué a la sexta y me tenían a las vueltas así que me fui, si al final haces todas las denuncias posibles y nunca hacen nada. En el GPS quedó grabada la llamada del sistema de alarma a la comisaría, aunque digan que fueron al lugar mientras yo estuve jamás llegaron», contaba indignado.
Para finalizar explicó cómo funciona el botón antipánico ante situaciones como está.
«Hay algo que está mal. El sistema de alarma en vez de llamar primero a la policía llama al chófer para ver cómo está, sino atiende llama al dueño del vehículo y si tampoco atiende, ahí recién se comunica con la seccional policial más cercana al lugar de robo, para eso pasó cómo media hora», cerró el taxista