El 14 de febrero de 1988 el ex campeón del mundo alzó a su esposa sobre uno de sus hombros y la arrojó al vacío desde un balcón. Las horas previas, su intento de desviar la investigación, el testimonio clave y la sentencia.
“Uno ve un cadáver en el piso debajo de un balcón y hay margen para pensar en muchas cosas. Pero la asistencia de médicos de policía experimentados a poco andar se dieron cuenta de que no había sido un accidente, un hecho grave, doloso…”, apuntó el fiscal Carlos Pelliza sobre el primer impacto que tuvo al ver el cuerpo de Alicia Muñiz (32) aquel domingo 14 de febrero de 1988, minutos después de haber sido asesinada por Carlos Monzón.
De esa mañana soleada que conmocionó a la Argentina e impactó al mundo se cumplen hoy 35 años. La causa fue caratulada como “homicidio simple” porque entonces no existía la figura (¿la conciencia?) del femicidio, pero el asesinato de Muñiz a manos del ex campeón del mundo fue determinante para la apertura de comisarías de la mujer en la Provincia de Buenos Aires.
Lo que ocurrió entre el sábado 13 y el domingo 14 de febrero de 1988 no podrá contarse jamás de manera fiel. La cantidad de personas que rodearon las horas previas y posteriores al crimen contaminan la veracidad de los detalles de la historia. Además, la prensa de entonces optó por cuidar al campeón y poner en duda el homicidio para acomodarse cerca de la versión dada por Monzón en primera instancia: “Fue un accidente”.
Pese a algunas versiones encontradas, la causa contra Carlos Monzón pudo acreditar que al momento de caer desde el balcón de la casa que el boxeador y Muñiz ocupaban en la ciudad de Mar del Plata (ubicada en la calle Pedro Zanni 1567 del barrio de La Florida), ella ya estaba muerta. Él la había estrangulado.
Monzón lo negó todo. Habló de un accidente: “Ella vino corriendo y se arrojó al vacío”, dijo en las horas posteriores al asesinato que había cometido y tras el que, en su intento de disimular su accionar, se terminó arrojando sobre ella para aparentar un accidente. “¡Alicia se mató, llamen una ambulancia!”.
Monzón creyó que no había testigos. Ese domingo de febrero entre las 5 y las 6 de la mañana en una casa ubicada en un barrio rodeado de vegetación era el contexto ideal para que nadie, salvo él, hubiese visto lo que había ocurrido. Pero algo falló…
Los gritos de Alicia llamaron la atención de un ciruja que se encontraba cerca de la escena, el posteriormente célebre Rafael “el Cartonero” Báez.
El hombre vio todo lo que pasó esa trágica noche y luego atestiguó en el juicio contra Monzón. Dijo que el boxeador tomó a Alicia Muñiz del cuello y luego, cuando ella se desmayó, la arrolló desde el balcón “como una bolsa de papas”.
Agregó que el boxeador se cambió el pantalón que tenía puesto por uno de pijama y saltó desde el primer piso para caer junto al cuerpo de su mujer ya muerta.
Era el 14 de febrero de 1988. Monzón y Muñiz llevaban seis años de casados y los mismos como padres de Maximiliano, el único hijo de la pareja, quien al momento del asesinato de su madre se encontraba durmiendo en la casa de la calle Pedro Zanni junto al hijo del ya fallecido actor Adrián “Facha” Martel, dueño del inmueble.
En una entrevista brindada al diario La Capital de Mar del Plata, en 2013, al fiscal Pelliza le preguntaron qué impresión tuvo de Monzón en los primeros encuentros que mantuvieron tras el crimen. “No se le notaba demasiada preocupación por lo que había pasado”, contestó.
El derrotero de las cosas termina siendo secundario. Que esa noche habían salido, que él consumió gran cantidad de champagne, que se fueron a las tres de la madrugada del Club Peñarol en un taxi, que hubo una discusión… Y al final, el brutal accionar de un hombre que“solucionaba” sus problemas a los golpes, con salvajismo, creyendo que su calidad deportiva lo volvía intocable.
En julio de 1989 el tribunal que lo juzgó –dos hombres y una mujer– consideró que el delito de homicidio simple estaba probado. Lo condenaron a 11 años de prisión y el pago de una indemnización de 5 mil dólares.
“No mató fríamente; fue influido por las circunstancias (…) pero actuó con plena conciencia de la criminalidad de sus actos”, consideraron.
Ese día un secretario del juzgado leyó la sentencia firmada por Carlos Pizarro Lastra, Jorge Issach y Alicia Ramos Fondeville, presidenta del tribunal que juzgó a una de las máximas leyendas del deporte argentino.
“Condenar a Carlos Monzón, argentino, de 46 años, a la pena de 11 años de prisión al encontrarlo culpable del asesinato de la ciudadana uruguaya Alicia Muñiz”.