El Papa Francisco aclaró que su visita a Argentina «no depende del triunfo o derrota de ningún partido»

Luego de varios trascendidos sobre un posible viaje al país en 2024, el Sumo Pontífice habló del tema con sus allegados más íntimos y dijo que nada lo condiciona para decidir si vendrá o no.

Jorge Bergoglio cumplió en 2023 diez años como jefe de la Iglesia Católica y en todo ese tiempo, en el cual encabezó diferentes viajes alrededor del mundo, incluso América Latina, se especuló con una visita a la Argentina, el país que lo vio nacer y donde forjó la carrera clerical que finalmente lo convirtió en el papa Francisco. Sin embargo, las sucesivas crisis, las elecciones cada dos años y los reiterados cambios de Gobierno -su papado arrancó con Cristina Kirchner, luego vinieron Macri y Alberto Fernández y este año habrá un nuevo presidente- nunca permitieron al Sumo Pontífice desembarcar cómodamente en su tierra natal.

Sin embargo, tal vez por el décimo aniversario o por su avanzada edad -él mismo reconoció que no está bien de salud-, este año creció con fuerza la versión de que Francisco finalmente vendría a la Argentina en 2024. Pero esta posibilidad no estuvo lejana a las lecturas políticas, sobre todo porque Javier Milei, quien podría acceder a la Casa Rosada, lanzó duras críticas hacia el Papa, que luego reconoció como impropias y se disculpó.

Sergio Massa, el otro contendiente en el balotaje, machacó en varias oportunidades sobre los dichos de su rival libertario y dio un paso más: lo invitó a Bergoglio a venir en 2024. “Nos encantaría tenerlo en la Argentina”, dijo en el último debate presidencial.

Todo se aceleró este martes, cuando el diario católico francés La Croix publicó, citando una fuente del Vaticano, que Francisco solo visitaría la Argentina si el ganador de las elecciones resultara el actual ministro de Economía. Ante esto, según pudo saber Infobae, el jefe de la Iglesia se disgustó y, en un diálogo con sus allegados más íntimos, desmintió que un viaje al país esté vinculado al proceso electoral que culminará el 19 de noviembre.

“Mi visita a la Argentina no depende del triunfo de ningún partido o derrota”, dijo, tajante, ante sus interlocutores. Y agregó que ni él ni su agenda están condicionados por algo partidario. “Nada me condiciona para decidir”, afirmó.

En este breve intercambio, también habló sobre quienes desde Argentina fomentan la visita sin su autorización: “Me siento muy incómodo con los curas que pasean por los medios hablando en mi nombre”.

El último paso formal que hubo hacia un posible viaje del Sumo Pontífice, aunque sin tintes políticos, fue la invitación que le envió la Conferencia Episcopal Argentina luego de la 123° Asamblea Plenaria. La carta fue firmada por su presidente, Monseñor Oscar Ojea, a la que adhirieron todos los obispos.

“Querido Papa Francisco: reunidos en la Asamblea Plenaria de los obispos, queremos expresarte nuestro deseo de que nos visites pronto. Así nos unimos al sentir de nuestro pueblo que desea encontrarse con su Pastor. A todos nos hará mucho bien tu cercanía y bendición en estos tiempos difíciles. Confiando en la posibilidad de que consideres concretar esta visita al país, te encomendamos a Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina”, dice la misiva.

A pesar de su enojo, Francisco no desestimó una visita. Simplemente le disgusta que se lo asocie al triunfo o derrota de alguno de los candidatos a la Presidencia. De hecho, el 28 de noviembre viajará a Roma el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, quien además trabaja en el Dicasterio para los Obispos en el Vaticano, una suerte de consejero del Papa, y dentro de la Iglesia muchos creen que hará un trabajo informal para convencer al Sumo Pontífice de venir.

Ante la consulta de Infobae, no desmintieron la información, pero aclararon que el viaje es algo que García Cuerva realiza con periodicidad, ya que debe ir a cumplir con sus tareas en Roma.

Si bien no hay certezas sobre cuándo podría venir Francisco, un mes tentativo que manejan en la Iglesia sería marzo. En caso de concretarse, la visita mantendría los mismos límites con la política que puso Bergoglio: poca influencia, un encuentro institucional con el próximo jefe de Estado y mucho vínculo con la sociedad. Quiere un contexto sin intermediarios y que no esté politizado.