Al trabajo lo publicó la revista Nature y al equipo de investigadores lo lideraron dos científicas italianas. Se trata de pequeños trozos de menos de cinco milímetros de plástico. Pueden dañar los pulmones y las hormonas. Esperan un acuerdo mundial para poder reducir sus graves efectos.
El Lago Rivadavia, en Chubut, está incluido dentro del Parque Nacional Los Alerces, y ya ha sido afectado por la contaminación por microplásticos, según detectó un grupo internacional de científicos.
Según un artículo de Infobae, el uso de productos que van desde las mamaderas para los bebés hasta las botellas de gaseosas o refrescos implicó una generación de basura de más de 14 millones de toneladas de plástico que terminan en los mares cada año.
Para conocer más el impacto y por primera vez, un equipo internacional de investigadores liderados por las científicas italianas Verónica Nava y Barbara Leoni evaluaron el nivel de contaminación por microplásticos en 38 lagos y embalses de 23 países, y lo que encontraron es preocupante.
El artículo fue tapa de la revista Nature del 12 de julio. Los investigadores identificaron partículas de microplásticos en todos los lagos y embalses estudiados. Incluso en cuerpos de agua dentro de áreas naturales protegidas y que no están muy cerca de grandes ciudades, como ocurre con el Lago Rivadavia, el único evaluado en el estudio en América Latina.
Los microplásticos son pequeños trozos de menos de cinco milímetros de plástico.
Algunos se producen con ese tamaño desde el inicio. Otros, en cambio, puede aparecer en lagos y mares porque eran plásticos más grandes pero se degradaron y fragmentaron.
“Nuestro estudio demostró que hay una contaminación por microplásticos tan grande en los lagos como la que se encuentra en los mares del planeta. Antes de que lo hiciéramos, no había pruebas sólidas sobre su presencia en lagos. Los resultados son llamativos porque hay grandes comunidades que beben agua de los lagos y podrían estar ingiriendo microplásticos”, contó Facundo Scordo, doctor en geografía e investigador del Conicet en el Instituto de Oceanografía en Bahía Blanca, Argentina, coautor del estudio. La científica argentina María Belén Alfonso, que investiga en la Universidad Kyushu de Japón, fue otra de las coautoras.
Los microplásticos pueden dispersarse por el aire o por el consumo de alimentos. “Si las personas consumen peces u otras especies que están en lagos o mares contaminados, también pueden ingerir los microplásticos. Porque son partículas que se pueden acumular en la vida silvestre. Se biacumulan al pasar a los siguientes eslabones de la cadena alimenticia”, señaló Scordo.
También se producen industrialmente y de manera cotidiana en el hogar: “Son partículas muy chiquitas e invisibles que se desprenden del lavado de ropas, el shampoo o los maquillajes, entre otros productos”, afirmó.
Los microplásticos podrían irritar y dañar los pulmones y también interferir con las hormonas.
El grupo de investigadores integra la Red Mundial de Observatorios Ecológicos de Lagos y en 2018 consensuaron el original estudio. Se elaboró un protocolo de muestreo para analizar las aguas de los lagos y embalses
Scordo participó con la toma de las muestras de agua del Rivadavia, en Chubut, y de otros dos lagos en EE.UU.
Por la investigación global, se sabe ahora que los lagos con superficies pequeñas tenían más porcentaje de fibras de poliéster, y los lagos más grandes y profundos tendían a estar dominados por fragmentos de polipropileno y polietileno. Las fibras textiles, una de las principales fuentes de contaminación por plásticos, también se encontraron en zonas remotas con escasa presencia humana.
La investigadora Marina Fernández, del Laboratorio de Neuroendocrinología del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) del Conicet, consideró que los resultados del estudio en lagos y embalses son “preocupantes” ya que incluso “encontraron microplásticos en aguas de lagos de áreas protegidas”, como el Lago Rivadavia. Se sospecha que las partículas pueden haber llegado allí a través de aire, entre otras vías posibles.
Para los científicos, el grave problema de los microplásticos tiene que ser abordado desde la raíz y de una manera integral en el mundo. “El foco no debe ser solo reciclar y reusar los plásticos. Hay que pensar en reducir. Si no se reduce la producción y consumo de plásticos, los esfuerzos van a ser en vano”, expresó Fernández.
Ya se negocia un tratado contra la contaminación por plásticos. El fin de las negociaciones se prevé para 2024. En noviembre de este año, se hará la tercera reunión. “Esperamos que se logre un tratado ambicioso que proteja la salud humana y ambiental”.
La cantidad de desechos plásticos que ingresan a los ecosistemas acuáticos podría casi triplicarse a una proyección de 23 a 37 millones de toneladas por año para 2040 si no se toman medidas en serio con la producción, según advirtió el Programa para el Ambiente de Naciones Unidas.
A nivel individual o familiar, se pueden realizar muchas acciones. “Se sugiere reducir el consumo de las sustancias que producen microplásticos -resaltó Scordo-. En el caso de los detergentes, lavar sólo cuando es necesario. También se pueden usar los detergentes rellenables, parte de los productos que se compran a granel. O también se puede ir al supermercado con bolsas de tela y no evitar las de plásticos. Los consejos parecen utópicos pero en los hallazgos en los 39 lagos están las consecuencias”.