El 9 de junio es el día internacional de esta enfermedad. Está relacionada con el sedentarismo, la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial y el síndrome metabólico.
El Día Internacional de la Enfermedad por Hígado Graso no Alcohólico fue creado para aumentar la visibilidad y la urgencia en torno a la enfermedad y su forma más avanzada, la esteatohepatitis no alcohólica, que afecta a más de 115 millones de personas en todo el mundo.
La llamada enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), es un trastorno que se produce cuando se acumula una cantidad anormal de grasa en el hígado. Y dado que no suele detectarse en los exámenes médicos de rutina, la mayoría de las personas con la EHGNA ni siquiera sabe que la tiene, según un nuevo informe que se publicó en la revista científica Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology.
“En los últimos años, se ha generado una nueva y explosiva epidemia de esta enfermedad hepática que está estrechamente relacionada con el estilo de vida de la sociedad, básicamente en su alimentación y el nivel de actividad física”, advierte Marcelo Mesquida (M.N. 70.832) de la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE).
El especialista explica que a medida que la población fue deteriorando su calidad alimentaria y disminuyó la actividad física se nota un aumento global de los niveles de sobrepeso, obesidad y con ello de diabetes, hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular e hígado graso.
“Todas estas manifestaciones del mismo problema se entrelazan entre sí y suelen potenciarse generando más daño que cada una por separada. Se estima que el 25% de la población mundial padece alguna forma de hígado graso no alcohólico”, indica.
“Cuando existen estos factores de riesgo metabólico como la obesidad, hasta un consumo moderado de alcohol puede llegar a dañar el hígado”, señala o-Hung (Victor) Chen, profesor adjunto de Medicina de la Facultad de Medicina de Johns Hopkins University.
Si bien es cierto que es posible vivir con un hígado graso, también es cierto que ese trastorno aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, que se vinculan a un mayor riesgo de sufrir enfermedades hepáticas.
“En un 15 a un 20% de los casos, el exceso de grasa hepática coincide con la inflamación y el daño de las células del hígado, lo que provoca una manera agresiva de la enfermedad denominada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA). En el caso de la EHNA, el daño hepático es similar al que se produce por el consumo excesivo de alcohol. Se observa cicatrización del hígado (cirrosis), cáncer de hígado o insuficiencia hepática”, describe.
Prevención y diagnóstico
Existen estrategias tanto para la prevención como para el diagnóstico y el tratamiento con múltiples herramientas, siendo los pilares básicos las intervenciones en dieta y ejercicio (y en algunos casos el apoyo con medicación) con lo que puede evitarse en la mayoría de los pacientes la progresión y las complicaciones de esta enfermedad.
“O sea que a diferencia de lo que se ha creído por años, esta enfermedad no es una simple acumulación de grasa hepática, sino un complejo y creciente problema de salud pública en todo el mundo, motivo por el cual desde hace cinco años se ha dispuesto que el mismo día, en todos los países, se concite la atención tanto del público como de los profesionales de la salud para alertar, educar y concientizar sobre una enfermedad que puede prevenirse con hábitos saludables y que requiere ser convenientemente estudiada y tratada”, enfatiza Mesquida.